ESFUERZO: una herramienta de Futuro.

La Carta de la semana: 
"Cuellos azules".

¿Quién nos iba a decir que en el intento por hacer desaparecer el esfuerzo, o como poco, suavizarlo en todo lo posible, -aquél con el que siempre se ha hecho todo y con el que cuesta tanto hacer todo, hecho con nuestras propias manos, nuestro 'arte' e imaginación-, se iba a ir, también con ello, la fuerza, la decisión, la iniciativa, la cordura, el tesón o la pasión?. ¡Pues si, lo ha hecho!.

Conste que no lo digo con gusto. Ni siquiera, con reproche o ironía. En todo caso, con tristeza; que no, melancolía. Porque, vamos a ver, ¿a quién le gusta que todo en esta vida suponga un gran esfuerzo?, pues eso, a nadie. Saber que todo supone un esfuerzo, no significa que aceptemos el nivel que conlleva el mismo. Es más, si podemos emplear el mínimo esfuerzo, mucho mejor. Lo cual, no ha venido mal para las generaciones más tiernas, donde los padres se han encargado de transmitir a los hijos, la extraña lección, de que se preocupen de estudiar, que del resto ya se ocupan ellos. Y claro, pasados los años, estos niños se hacen adultos, en el mejor de los casos, siendo buenos estudiantes, pero sin tener idea de 'dar un palo al agua'. Es decir, se les ha instigado a que empleen todos sus esfuerzos en el estudio, en su relax, en su socialización, en conocer mundo, .. en su tiempo, en su cuidado, .., mientras que quien hace el resto de tareas -¡que son muchísimas!-, son los abnegados padres. Sobre todo, la madre.

Como es normal, todo esto desemboca hoy, en una bomba de relojería: hijos que no encuentran trabajo, que, en muchos casos, ni estudian, pero que tampoco ayudan en el resto de tareas diarias, y más bien, contribuyendo a generar más gastos y estrés en la familia. Pero claro, ahora se les exige algo que antes ni se les planteaba.

Ahora resulta que tienen que 'ponerse las pilas', de manera inmediata, y esforzarse en hacer cosas que nunca antes se les pidió, ni animó, ni se les insinuó a hacer o responsabilizarse. Y es un gran problema.

Cierto, que el esfuerzo que han hecho estos padres (en principio, de muy buena fe) debería ser visible. Debería ser reconocido, aplaudido y tenerlo bien presente, cada día. Pero el ser humano no funciona así.

El ser humano asimila muy rápido toda información y se adapta a las circunstancias menos agresivas e incómodas, haciendo que su día a día, sea lo más placentero posible. Pues si se nos aparta todo aquello que puede resultar costoso, feo, incómodo o un esfuerzo, y nos lo dan 'masticadito', pues está claro, que nos vamos a acoplar a ese sistema a las mil maravillas. Si le sumamos, que los padres piensan que sus hijos estudian tantas cosas y se 'manejan' ¿tan bien? con las nuevas tecnologías, -de lo que ellos no tienen ni idea, por las razones que sean-, convirtiéndolos y elevándolos a la máxima categoría, poco menos, que superdotados. Y los hijos, que opinan lo mismo, puesto que los padres así lo dejan entrever, resulta que, entre unos y otros, se olvidan de lo más importante: 
Reconocer el valor del esfuerzo y de la Experiencia.

Ninguno debería sentirse superior al otro, sin embargo, por las 'alas' que siempre se les ha brindado a esos hijos, (que se les quiere con locura), sí que se sienten con un poder y un dominio que para nada les corresponde, ni tiene que ver con la realidad. Pero que se les ha dado.


Los padres nunca debieran olvidar que su Experiencia la tienen que poner al servicio de sus hijos, no retirándoles o endulzándoles la realidad de la vida, sino haciéndosela ver tal y como es. Porque el día de mañana sabrán valorar y respetar cada detalle, cada momento y cada situación, en la medida que se corresponde, y no con una amoldada, que en nada les va a servir para crecer fuertes y llenos de convicciones certeras y fieles a un sentir sano.


Por tanto, todo este comportar, por parte de unos y otros, desemboca (por error) en grandes discusiones y en mal estar. Y todo, por brindar una vida sin esfuerzo, o al menos, con el mínimo. Lo que trae consigo, un carácter egoísta, una actitud de soberbia, una comodidad que no permite que el esfuerzo se posicione en sus vidas. Al contrario, repudiándolo. Con lo cual, tampoco se es capaz de reconocer ese esfuerzo en los demás. Así está claro que es muy difícil llegar a tener la opción de admirar la Vida en su plenitud y reconocer la belleza que esconde, porque se les ha negado sentirla tal y como es, perdiéndose baremos y puntos de referencia que les ayudaría a ello, pero que se les ha apartado, pensando que una vida llena de dulzura los haría mejores. Cuando en realidad, es como evitar la condimentación de alimentos, permitir ciertas especias, solo ciertos sabores o experiencias, negándoles la oportunidad de descubrir lo que les gusta o molesta. Incluso, la posibilidad de crear sus propias invenciones y modelos.

Esta carta del lector me hizo recordar, que hace unos cuantos años, allá por el 2002, me 'topé' sin querer con una conversación de dos amigas. Yo me disponía a entrar al mercado, y ellas se encontraban en la entrada charlando. No pude evitar escuchar lo que una le decía a la otra: "a nuestros hijos se les dice que estudien y que saquen una carrera para que consigan un buen puesto laboral. De los que se trabaja con la cabeza y no teniendo que doblar la espalda. Pero nadie les dice que en la vida, también es necesario 'trabajar con las manos' y realizar tareas que nos ayuden a organizar nuestras vidas."

Hoy esta reflexión tiene más peso que nunca: 

Las carreras no hacen que se tenga el ansiado trabajo, y muchísimo menos, que sea aquél para el que se ha estudiado. 
Altamente cualificados, sin experiencia y sin expectativas, se añade el hecho de que tampoco se sabe hacer aquellas tareas básicas, que ayudarían a moldearlos para la vida real y diaria, lo que dificulta la convivencia, comenzando por el propio ahogo que produce en el propio individuo, el no poseer esa fuerza para contribuir, aunque solo sea en eso, en lo más básico.

Hoy se siguen trayendo hijos al mundo, y se sigue alumbrando esa posibilidad de darles todo lo posible.

Pues me temo, que ni los gobiernos, ni esa actitud tan protectora, podrán hacer que estos hijos crezcan con una mentalidad sana, fuerte, responsable, luchadora y diversa, para afrontar las dificultades, que con toda seguridad, se darán.

Por eso creo que, "ni tanto, ni tan poco":
EL ESFUERZO ES UNA HERRAMIENTA DE FUTURO.

El Esfuerzo, pues, bien entendido y responsable, hace personas seguras de si, con ganas de aportar, compartir y ayudar, con inquietudes e iniciativa. Pero sobre todo, hace personas que saben reconocer y dar valor a lo que los demás hacen, haciendo que se empapen de enseñanzas y de una experiencia, imprescindible para vivir.

Por encima de las clase social, raza, condición o credo, TODOS somos merecedores de sentirnos útiles y valorados. Donde cada trabajo, sea de la índole que sea, importa. Porque lo bueno es que sea digno y merecedor de nuestro esfuerzo, con el que poder tener un Futuro.

No todos podemos salir médicos, abogados o reyes. Y tampoco podemos dejar a una sociedad desabastecida de oficios y tareas que siempre han impulsado la vida y han otorgado un futuro fiable. De hecho, hoy solo trabajan las multinacionales y grandes negocios que acaparan el mercado, no dejando cabida a nada más. Y así estamos, sometidos a un sistema cerrado que nos obliga a vivir atenazados, con el corazón encogido, sin ilusiones y a merced de sus necesidades; las cuales, nada tienen que ver con nuestro bienestar, sino con el valor del dinero y el poder.

Tendríamos que querernos más y mejor. Nadie lo hará por nosotros.

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