La soledad


Esta semana ha salido el resultado de un estudio, que arroja los datos, de que 4 millones de españoles sufren soledad. 

Comencemos por especificar, qué es la soledad. Y para ello, lo mejor es preguntarse, ¿la soledad es estar solo, o sentirse solo?.

Obviamente, la soledad es sentirse solo.
Tal es así, que creo que "somos lo que sentimos". 

Es decir, todo lo que acontece en nuestra realidad diaria nos transmite cierta emoción, lo que nos envuelve en un determinado sentimiento, el cuál toma un determinado carácter con nuestro pensar, lo que desemboca en la actitud correspondiente.

Como vemos, el proceso comienza en el sentir, para terminar en una determinada actitud o comportar. Pero, ese pensar que aplicamos, tiene diferentes connotaciones para cada persona, debido, no solo por el tipo de educación recibida o el nivel cultural de cada cuál, sino, y sobre todo, por la calidad y capacidad de nuestros sentimientos. Lo que viene determinado por el tipo de sentir que hallamos atesorado.

Esta calidad en el sentir, es algo que se adquiere ya en el feto materno y durante toda la infancia, quedando patente en nuestro carácter para el resto de nuestra existencia. Y es que durante ese periodo, es cuando vamos a recibir un aprendizaje, fuera de nuestro control o elección. Simplemente, nos llenamos de la información que nos rodea, sin poder poner objeción o elegir la que mejor nos conviene, porque no tenemos capacidad para ello aún. Lo que sucederá, en el instante que nuestra mente opta por preguntarse, si es eso lo que quiere o debe ser.

Es a partir de ese momento, cuando el sujeto comienza a razonar por si mismo.

Y a esas alturas, ya nuestro tipo de sentir adquirido, comienza a desplegar su capacidad, haciendo que nuestro pensar y comportar, sea de una determinada manera, ya que actúa como un filtro por el que todo toma una lectura.

Pues, es debido a esta "lectura", por lo que todo nuestro ser se ve abocado a un determinado carácter, siendo la razón por la que nos encontramos llenos de todo un mundo de capacidades internas, de las que algunas nos hacen más fuertes, y otras más débiles. Lo que repercute en unos sufrimientos u otros, según la capacidad de solvencia que desarrollemos para gestionarlos.

Es nuestro mundo interno el que dilucida nuestras vidas, dándonos ese porte suficiente, o no, para dominar y controlar nuestras luchas, éxitos y fracasos. Para lo que da igual la cantidad de métodos y vías disponibles, según nos modernizamos, porque lo que importa es la capacidad para gestionar nuestro sentir, no la apariencia externa de que parece que lo hacemos.

De hecho, vemos como hoy, a pesar de todos los "adelantos", resulta que sufrimos una terrible escasez de fuerza interior, voluntad propia o coherencia de pensamiento; haciendo que nos encontremos vacíos de contenido, que llene e ilumine nuestro andar y lo haga saludablemente entretenido.

"La Vida, pueda que no sea fácil, pero es seguro, que de no intentar entenderla y respetarla, el sufrir sea nuestro más fiel compañero de viaje."

En este artículo, del que se desprende la noticia, comienza citando al poeta Ángel González que dice: "la soledad es un farol certeramente apedreado", y culminaba.. "sobre ella me apoyo". 

Es decir, la soledad puede que esté mal vista, y que se le colme de multitud de razones que atenazan nuestras vidas con numerosos males, pero lo mismo se podría decir del populismo desmesurado, de las modas, de los roles, de las tendencias, de lo "socialmente correcto", de la doble moral, del pensamiento único, del pesimismo o el optimismo, .. Todo son instrumentos, y es en su uso donde radica el gen que los convierta en aliados, o en todo lo contrario. Porque, lo que produce el mal es el exceso de un "yo" que se siente el centro del universo, sin querer observar y comprender, quién es uno mismo y quiénes el resto, y aprender a respetarlo por encima de todo. 

Y es que todo debe pasar por el filtro de nuestro sentir. Siendo que cada cuál ha aprendido y desarrollado el suyo propio. El cual, nada quiere saber de los del resto. Al menos, de manera voluntaria. Y es ahí donde entra en juego la madurez, haciendo que deseemos el Bien Común y queramos hacer lo que esté en nuestras manos para conseguirlo. Siendo ahí, donde cualquier debilidad interna deja de existir, para transformarse en una fuerza sanadora y regenerativa, que solo desea contribuir a mejorar, siendo entonces, donde la coherencia y la razón llena nuestro ser, haciendo que nos sintamos afortunados y llenos de vida.

La madurez no es solo envejecer. Es hacerlo aprendiendo a
corregir y mejorar nuestra manera de ser.

Es intentar crecer y evolucionar, para convertirnos en mejores seres. 
En unos seres capaces de convivir con el resto, respetando la Vida y contribuyendo a su sostenibilidad y existencia. Siendo que todo lo que no vaya encaminado a construir un orden, lo irá, inevitablemente, en el sentido contrario. 

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