Sobrevivir a las redes sociales
Las redes sociales son una revelación
Hemos escuchado en muchas ocasiones que las redes sociales son nocivas. Que producen ansiedad, tristeza, depresión, malhumor, ira... pero seguimos utilizándolas. Debemos ser masoquistas. O bien, lo que ocurre en realidad, es que nos gusta el protagonismo.
Es una relación de amor-odio, donde podemos ser nosotros mismos, pero nos molesta lo que los demás hagan una valoración negativa de nosotros por nuestro pensar.
Se malinterpreta lo que se publica, se opina sin argumento alguno o con comentarios que nada tienen que ver con el tema que se trata. Y si defiendes tu postura, sabiendo que tienes razón, lo más recurrente son los insultos, las descalificaciones y la violencia verbal.
Está claro que el que tiene una piel fina y, además, se castiga centrando su tiempo en hacer caso a tales respuestas, lo lógico es que no se aguante y nos vengamos abajo.
Por tanto, lo que hay que tener claro es si lo que ofrece internet nos sirve de algo y, por otro lado, si nos vamos a sentir bien con el uso que le vamos a dar.
Otra cosa a tener en cuenta, es que, al igual que en el mundo físico, "no podemos contentar a todos". Es más, en el mundo de internet, donde lo que publicamos puede ser visto por el resto de personas del planeta, es infinitamente más difícil lograr tal cometido.
Si en nuestro día a día, nos cuesta aguantar a una sola persona que nos toca las narices, cuánto más complicado será soportar a miles de personas que dejan sus comentarios sádicos, insultantes, ofensivos, ...llenos de incomprensión y mala educación.
Por esto, animo a que se publique lo que a cada cual le venga en gana.
La cuestión siempre estará en el porqué y para qué nos hemos metido en ese mundo. Y seguro que nadie lo hace para sufrir, pero es lo que ocurre en muchas ocasiones.
Al que le gusta un contenido, seguro que seguirá esas publicaciones. Otra cosa es que los comentarios que se viertan como respuesta tengan alguna utilidad o, tan siquiera, el mínimo decoro.
Por esto, es que no hay que hacer caso y dedicarse a lo que a uno le gusta. Disfrutar con lo que se hace. Poner corazón y amabilidad, si es eso en lo que se cree. O todo lo contrario. Se es libre para lo que sea.
Cada cual es libre de comentar lo que quiera sobre el tema que más le guste y publicarlo. La repercusión que tenga ya es otra cosa. Y el querer esa repercusión a través de comentarios que critican, ofenden o insultan a los que sí se atreven a hacer sus publicaciones, pues ya es un claro síntoma de lo ridículo que es el hacerles caso.
Y ¡ojo!, que no estoy diciendo que no se pueda hacer una crítica, dar una opinión, o tener un pensamiento diferente.
Lo que estoy diciendo es que si no se puede hacer comentarios de manera educada y respetuosa, mejor pasar de esa publicación y que corra el aire.
Por eso no hay que centrarse en los comentarios y respuestas, sino en seguir publicando con ganas. Al que le guste, que lo lea. Y al que no, pues que siga desplazándose por el resto de contenidos. Es así de fácil.
Y lo que no se comprende, es que aunque solo se dejen comentarios, lo que se pone en evidencia es qué tipo de gente se esconde detrás de ellos. Porque no todo el mundo pone su verdadero perfil. Como es mi caso, sin ir más lejos. Pero lo hago por privacidad, no para ser un grosero, ni nada por el estilo.
A los perfiles no les doy importancia. Sin embargo, en lo que si me fijo es en el contenido de las publicaciones. En la manera de expresarse. En la manera de pensar. En la educación que se muestra. En los temas que se tocan.
En resumen, hay que procurar centrarse en no perder las ganas de sentirse bien con uno mismo, por lo que se piensa y se hace. Si esto es así, no tendremos que pasarlo mal por lo que otros piensen o hagan.
Lo nocivo, al menos en este sentido, no son las redes sociales, sino la calidad humana y principios que cada persona alberga.
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