Un mal día
No hay mayor indecencia que el que no importe el sufrimiento de los demás
(Pixabay)
Cada día me topo con gente que vive en su burbuja, aislados de la realidad del mundo y sumergidos en la suya propia. Bueno, ni siquiera es propia. Ya la adquieren prefabricada para no tener que molestarse mucho.
Todos tenemos problemas, alegrías y penas. Cosas que nos afectan más o menos, o que nos superan totalmente y nos dejan descolocados. Y digo, ¡todos!.
Cierto es, dicho sea de paso, que a muchos les encanta buscar problemas, mientras que a otros les vienen encima sin haberlos buscado.
A día de hoy, deberíamos ser conscientes del sufrimiento de muchos. Cada vez son más las miles de personas que, por una causa u otra, llevan una vida difícil y penosa.
Y es aquí donde quiero llegar. Porque desde esa burbuja de realidad propia que mucha gente compra, no tienen la decencia de tener eso en cuenta. Se permiten el lujo de preocuparse por cosas sin importancia, bromean sobre problemas que están haciendo mucho daño en la sociedad (bajo la careta humorística y la bandera de la libertad de expresión), y hasta se permiten el lujo de regodearse en la ostentación, ego y vanidad en la que viven, estando ciegos a lo que pasa en el mundo. Y para cuando se van a dar cuenta, (porque ese día siempre llega), resulta que el mundo se ha convertido en algo mucho peor.
¿Qué vida podemos construir desde la inmoralidad?.
Está claro que si no abrimos los ojos y luchamos contra lo que está mal, lo que hacemos es contribuir a que todo vaya a peor.
Hay quienes creen que por pensar así y protestar por ello, es que debo tener un mal día o ser un amargado. Y lo que siento es vergüenza y tristeza. No puedo estar de acuerdo con el restarle importancia al sufrimiento de tantas personas como si no existieran. Y tampoco puedo no puedo evitar mirar el mundo y no quedar afectado por lo que hacemos de la sociedad y el planeta.
Hay que tener pocas tripas y ser poca cosa para no quedar afectado.
El humor y el meterse con quien uno le da la gana debería estar limitado por la amabilidad, la bondad y el respeto. Pero como eso no existe, lo que crece es la violencia, la mala educación y la intolerancia.
No tendríamos que pasar por ello para ser conscientes de los graves problemas que la sociedades y el mundo acumulan, y que vemos ya como algo normal.
No estoy diciendo que la amargura deba estar presente a cada segundo en nuestras vidas. Solo digo, que si fuéramos capaces de dar la importancia que tiene cada uno de los problemas que azotan a las sociedades y al mundo en general, seguro que podríamos elegir mejor de qué preocuparnos y la importancia que tiene el saber proteger lo que vale la pena.
Elegir a nuestros dirigentes, por ejemplo, si es que alguno sirve de algo. Porque eso nos hace contribuir a alimentar el sistema que nos rige.
Queremos respeto, y eso es bueno. Pero el respeto debería ser para todos. Y el respeto es algo que perdemos de manera fulminante desde el momento que despreciamos el sufrimiento de los demás.
Está bien el humor y las bromas. Esta bien evadirse de los problemas de vez en cuando y permitirnos respirar. Al fin y al cabo, es una lucha constante contra el sistema y los que quieren que el sufrimiento sea lo que exista. Pero que no sea a costa de faltar el respeto a los que sufren. Cualquier día podríamos ser uno más de ellos (de tantos) que sufren miseria, injusticias, odio, violencia...
Seamos respetuosos siempre ante esto y comencemos a elegir bien lo que queremos.
Siempre hay por lo que sufrir y luchar. La Vida es así. Pero lo que no debería darse a estas alturas, es el hacernos la vida imposible los unos a los otros.
Lo que no debería darse, es el elegir lo que sabemos que está mal, como forma de crecimiento, convivencia y prosperidad. Porque eso sabemos que no funciona.
¿Qué hace falta para querer cambiar y ponernos a ello?.
¿Cómo explicar a un joven, que la educación que ha recibido hasta los 10 años no sirve de nada?. ...Que se debió enseñarles a ser mala gente, y así no tendrían que padecer depresiones, angustia, sentirse perdidos o aislados, insultados o ser víctimas del odio de otros, porque la educación recibida en esos años no se corresponde con la que los adultos despliegan en la realidad. Y, por tanto, que el mundo que existe no funciona bajo esas premisas ni valores.
¿Dónde nos sitúa esta hipocresía y traición?.
¿Es este el amor que se les dice brindar?.
¿Es eso amor?.
En fin. Claro que me molesta todo esto. Lo que no veo normal es que a la mayoría de la gente no le importe nada de esto y siga sumando penurias a este mundo.
Se nos llena la boca hablando de civismo, solidaridad, compromiso, humanismo... Pero, ¿existe eso?.
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