¿Qué pasa después de la muerte?
Bueno, partiendo de la base de que nadie puede contestar a este misterio, como a tantos otros de la Vida, sí que podemos plantearnos la pregunta e imaginar cómo podría ser, apoyándonos en lo que hasta hoy se sabe.
Ante todo, lo más básico, es que si todo en la Vida está compuesto de unas mismas partículas, lo razonable es que la Vida en sí, sea una continua transformación. Esto es lo que nos dice la Ley de Conservación de la Materia, (Antoine Lavoisier): "La materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma". Por tanto, lo que llamamos "muerte", no es más que un proceso de transformación, necesario para continuar dando vida a la Existencia.
Ahora, la clave estaría en seguir la estela de lo que se sabe de las partículas.
Por un lado, la muerte tiene un aspecto directo y fácil de adivinar, que es el que se da en el proceso de descomposición, del que emana otras formas de vida (bacterias, gusanos) y de diferentes elementos (gases), por lo que parte de nuestras partículas se transforman en eso.
Por otro lado, todo elemento y forma que existe, está cargada de energía. Una energía que es parte esencial de nuestras partículas, y que es propia y particular de tal o cual elemento o forma de vida.
En nuestro caso, podría atribuirse a lo que llamamos espíritu, y que como tal, (y puesto que en la Vida todo se fundamenta en el compartir, aunque el humano aún no lo entienda así), ha de mezclarse e interactuar con otros, lo que da lugar a una transformación de energía, también.
Y por último, aunque diría que es lo más importante, ya que el sentido de la Existencia se basa en ello; es la información que se va acumulando en las partículas, y que podría relacionarse con lo que denominamos, el alma.
Esta información también necesita ser compartida, siendo de esos datos, que la Existencia puede seguir evolucionando y transformándose. Lo que puede hacerla crecer de manera adecuada, o tener que sacar las uñas y luchar contra las adversidades que la quieran hacer perecer.
Por tanto, la muerte o desaparición como forma, no es más que un proceso de transformación por el cuál, la Existencia (sea o no un dios) se mantiene en funcionamiento.
Ahora bien, si la Naturaleza nos enseña algo, a parte de que "compartir" es el mejor camino, es que en la vida siempre hay dificultades y luchas por las que hay que pasar para crecer y desarrollarnos. Cosa que no va a cambiar aunque se muera o se desaparezca.
Así pues, tenemos a un puñado de partículas llenas de energía (nuestro espíritu) e información (nuestra alma) de todo lo que somos y hemos interactuado con todo lo que nos rodea (otros seres, elementos del entorno, hábitat, etc.), con lo que se podría decir, que esa es nuestra verdadera esencia, y no la que nos encarna o da forma como cuerpo, el cuál no es más que un atuendo, propio de las condiciones del hábitat en el que se debe desarrollar.
Este espíritu y esta alma, deben interactuar y compartir lo que son con el resto. Y, a su vez, dar pie a un nuevo "fruto" de vida. Y es aquí donde la Naturaleza de la propia Existencia, vuelve a ponernos en jaque, teniendo que luchar para sobrevivir y crecer. Porque, no todo espíritu es igual. La esencia de cada uno (tipo de energía e información acumulada) está marcada por cómo ha sido su vida. Por tanto, el lidiar con unos y otros, no es que pinte muy fácil.
Digamos que es como la dificultad que sufrimos diariamente para relacionarnos con todo tipo de personas y su carácter propio, el cuál nos atrae o produce rechazo, pero elevado a la máxima potencia, ya que hablamos de la esencia de cada ser. O sea, del resultado final y más poderoso de lo que somos, en fuerza y carácter, pero a nivel de partícula, lo que le confiere el más sublime equilibrio, o la más terrible lucha.
Dicen que aquí, en la tierra, es donde existe el cielo y el infierno, en tanto a las alegrías y sufrimientos que padecemos. Pues, allí tampoco deja de ser así. Cielo e infierno, se va a dar igualmente, en función de el karma que exista. Por esto debería ser muy importante que la humanidad dejara de comportarse de manera tan destructiva, egocéntrica y dañina, hasta para sí misma, para comportarse de manera cívica e interactuar los unos con los otros, siendo un solo pueblo y hallando el equilibrio con todo lo que existe. Pero, esto no es así, por lo que en el siguiente plano, no quedará otro remedio que padecer las consecuencias de nuestro mal comportar. Y allí, tal como aquí, se va a reunir toda esencia de todo ser o forma viviente, lo que hará que las confrontaciones y la lucha sea en muchos casos, terrible.
Todo será mucho peor, cuánto mayores sean las diferencias de carácter. Y no solo eso, sino que lo que surja, estará motivado por la maldad o la bondad. Lo que nos lleva a pensar en qué preferiríamos, si vernos obligados a interactuar con la maldad o con la bondad. Porque no será una elección, sino un hecho ineludible con el que la Naturaleza cuenta para su desarrollo y continuidad. Es una interacción de la que saldrán los nuevos parámetros para ello, porque la Vida se mueve a través de los actos que se se van dando, con lo que así se actualiza y puede afrontar los retos.
¿Y que podría pasar una vez que se interactúa, obligados o no, con mayor predisposición o con todo el rechazo?.
Se supone que lo que se pretende es seguir existiendo, por lo que esa energía e información resultante, la propia Existencia la volvería a volcar en nuevas formas y elementos de Vida.
Es decir, ya actualizada, y como el adn, nuevas formas y elementos surgirán de nuevo, siendo capaces de adaptarse a lo que vendrá, al tiempo que seguirán acumulando nueva información y repitiéndose el proceso. Lo cuál no quiere decir que exista reencarnación alguna, ya que eso sería como aceptar que se puede recordar lo que se fue, y esto no puede ser así, ya que en ese proceso de actualización, se vuelca todo, y lo que se vuelva a cargar es información básica, en cuanto a abrir posibilidades de seguir existiendo, pidiendo hacer frente a las dificultades que se nos vienen encima como especie y forma de vida que debe recoger información.
Con todo lo dicho, es obvio que creo en los espíritus, aunque jamás he interactuado con ninguno (menos mal), por lo que también creo en lo que se les atribuye. Por tanto, también acepto que exista el bien y el mal entre ellos, que puedan vagar eternamente o interactuar fácilmente, en función del carácter de esa esencia.
Y a pesar de que nada de esto pudiera ser así, para mi es la única respuesta que encuentro por ahora.
En todo caso, y si habéis llegado hasta aquí, gracias por ello.
Comentarios
Publicar un comentario