Triste cultura social.
Rescato esta Carta de la Semana del XLSemanal, del 7 de diciembre de 2014, porque creo que sigue de actualidad.
Carta de José Luis Ultra Arellano, con el título: Tres millones de dramas.
Mientras la sociedad se indigna y debate encuestas del futuro político de este país, estado, nación o lo que carajo sea, tres millones de niños españoles son pobres. Solo Rumanía nos supera. Esto sí que indigna, y deberían saltar todas las alarmas.
Se habla de reformar la Constitución por unos u otros intereses territoriales. Antes de reformarla, cúmplase la que tenemos.
Unos de los artículos más importantes es el del derecho a la infancia, a la vivienda, la educación y a la alimentación. Cómo puede decir el presidente que estamos saliendo de la crisis con este dato tan escalofriante, sin que se le caiga la cara de vergüenza. A mi se me cae. Pero, claro, es lo que tenemos. Y los telediarios abren ofreciendo 15 minutos al tema más "importante" del mes, la prisión de una folclórica, mientras se pasan a un tercer plano los temas sociales.
Estamos anestesiados, insensibilizados. ¿Qué hace falta para que reaccionemos?.
Me niego a aceptar que no hayan ciudadanos capaces de salvar este barco, pero si los jóvenes de la generación mejor preparada se van al extranjero y la siguiente generación son esos tres millones de niños pobres.
Opinión:
"¿Qué hace falta para que reaccionemos?" (.. se pregunta José Luis).
¿Sinceramente?, ¡un milagro!.
Y todos sabemos que los milagros, que de verdad se producen, son por la acción responsable y unida de un esfuerzo común. Cosa que los políticos han entendido "a su manera".
Nos educan para que seamos unos consumistas natos, nos acostumbremos a las comodidades y que trabajemos "lo que haga falta, y lo que no", para conseguirlas. Y esto pasa, por no importar endeudarnos hasta las cejas, con tal de poseer tales satisfacciones. Lo cual, sirve de "cultivo" para que el estado, a su vez, se endeude; con lo que el ciudadano no hace más que trabajar y sufrir para pagar y pagar, durante toda su vida. Pero eso si, garantizando la buena salud del sistema, hecho para ganar.
Si de verdad queremos convertirnos en una sociedad civilizada y moderna, tendremos que aprender a elegir entre lo que es imprescindible para un desarrollo saludable, de lo que solo importa como incentivo, reto o meta.
Que en el mundo siga existiendo el hambre, la pobreza, las desigualdades, las guerras, la violencia, el egoísmo y el abuso de poder, no es que sea 'muy evolutivo', la verdad. Más bien, todo lo contrario. Por lo que vamos para atrás.
Nunca se tuvo tanta información ni un mundo tan conectado, y aún así, seguimos padeciendo el mismo lastre: LA IRRACIONALIDAD Y FALTA DE CIVISMO.
Y es que la sociedad está gravemente enferma de conformismo, miedo y comodidad, que degenera en una pésima calidad de valores y referentes sanos, para un desarrollo sostenible y responsable. Pero es que la clase política, que son los baluartes y abanderados sociales, ya no es que no estén por la labor o se equivoquen al intentarlo; es que se empeñan en llevarnos por un camino que no beneficia a nadie, ni siquiera a los poderosos o a ellos mismos, porque todos perdemos el derecho a ser "humanos".
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