Deshumanización e infelicidad (Bauman)


20.2.16

Zygmunt Bauman
"El límite entre lo laboral y lo personal ha desaparecido".


[...] "Hay que replantearse el concepto de felicidad, se lo digo totalmente en serio". El hombre que bautizó este tiempo de incertidumbre como modernidad líquida repara durante gran parte de la conversación en el deseo más universal de la humanidad

El filósofo y pensador Zygmunt Bauman (Poznan, Polonia, 1925) cree que se nos ha olvidado cómo alcanzarla: "Generamos una especie de sentido de la culpabilidad que nos lo impide"

Con mirada enérgica, anima a cambiar los referentes: "Hemos olvidado el amor, la amistad, los sentimientos, el trabajo bien hecho". Lo que se consume, lo que se compra son solo sedantes morales que tranquilizan tus escrúpulos éticos. 

Zygmunt Bauman no tiene teléfono móvil ni perfil en las redes sociales, pero "desgraciadamente" se ve obligado a observarlos de cerca: "No tengo más remedio que interesarme por estos fenómenos por motivos profesionales". Abomina de ellos porque considera que invaden todos los espacios y diluyen las relaciones humanas. "El viejo límite sagrado entre el horario laboral y el tiempo personal ha desaparecido. Estamos permanentemente disponibles, siempre en el puesto de trabajo", dice.

No le gusta el papel que juegan en la vida laboral y tampoco el que suplantan, en su opinión, en las relaciones personales. Se acuerda de Mark Zuckerberg, que ideó la red Facebook para ser un chico popular. "Claramente ha encontrado una mina de oro, pero el oro que él buscaba era otro: quería tener amigos".

"Todo es más fácil en la vida virtual, pero hemos perdido el arte de las relaciones sociales y la amistad", se detiene. Las pandillas de amigos o las comunidades de vecinos "no te aceptan porque sí, pero ser miembro de un grupo de en Facebook es facilísimo. Puedes tener más de 500 contactos sin moverte de casa, le das a un botón y ya".


/> La humanidad está perdiendo su capacidad de entendimiento y raciocinio a pasos agigantados. Esto es debido al modelo cultural que impone la sociedad y, en general, a la mala educación que los adultos imparten a los pequeños. Lo cual es algo que se ha venido repitiendo con cada generación; lo que significa que los adultos se ven despojados, cada vez más, de referentes y valores para transmitir a sus hijos. 

Se confunde bienestar, con el "tener lo que se desea con el mínimo esfuerzo". 
Se confunde amor, con "házmelo todo y dame tu tiempo". 
Se confunde amar, con "dar todo hecho". 
Se confunde felicidad, con "tener lo que se desea en cada momento". 
Se confunde libertad, con "hacer lo que nos venga en gana". 
Se confunde comodidad, con "no tener que mover un dedo y que todo venga masticadito para que no tengamos que realizar ningún proceso o molestarnos en tener que pensar para realizarlos". 

Y de lo que no nos damos cuenta, es que de tanto dar todo hecho a los pequeños, los acostumbramos a ser gandules, poco creativos, inseguros y egoístas. Y por otro lado, si lo que les enseñamos es violencia, discriminación, abuso, mentiras, manipulación, hipocresía.., pues esto será lo que consiga meterse dentro de ellos, y siendo a través de ese filtro, por el que miren el mundo y la vida para el resto de su existencia. Pero esto no queda ahí, ya que esa mirada será la que transmitan a las nuevas generaciones; y así, una y otra vez, como "pescadilla que se muerde la cola". 

Cada vez más, podemos ver como los jóvenes no saben calibrar el sentido de sus acciones, emociones o pensamientos. Se amargan solos y hacen sufrir a todo el que les rodea. Y no es por maldad, sino porque no se les ha dotado de la educación suficiente que les permita disponer de las herramientas necesarias para ello

Se oye mucho eso de.. "a mi me educaron de otra manera; eran otros tiempos. Yo para mis hijos espero darles todo lo que pueda para que no les falte de nada, quererlos con locura y ser como amigos que se cuentan todo"

¡Un hijo nunca será un colega!. 
Un hijo es la mayor responsabilidad y reto que podamos tener en la vida. Porque es un ser que no pide venir a este mundo, sino que "se le obliga a hacerlo". Teniendo que aceptar todo lo que aquí se da, sin más remedio. 
Por tanto, un hijo no es ningún regalo que podamos concedernos, para eso tenemos el dinero y los centros comerciales. Pero sí que tenemos que regalarles a ellos la mejor educación y vida sana que se pueda; por lo que habría que plantearse, muy mucho, si podríamos hacerlo: tanto por su bien y el nuestro propio, como para el desarrollo sano de la sociedad. 

Con todo esto, que solo es una pequeña muestra, la sociedad pierde todos sus valores y conciencia. 

Vemos como la integridad es como un mito; como las personas no saben decirse a la cara lo que piensan o comportarse tal cual son. ¿Y sabéis por qué?. Precisamente, porque cuando uno no sabe comportarse, o bien, porque sabe que no es correcta su postura, se opta por relacionarse lo menos posible. Es mucho esfuerzo el tener que pensar cómo ser, para actuar de manera correcta. Así que el mundo virtual "nos alivia de ese pesar". Lo que tampoco ocurre, como podemos ver, ya que incluso por la red, las personas pueden sentirse acosadas, desbordadas, intimidadas, violentadas... 
Basta con que una respuesta a un comentario hecho, sea contrario al nuestro o nos hagan sentir en ridículo, para que no se sepa cómo reaccionar y se sufra estrés o tristeza. Eso, y la sarta de improperios que se suceden, mostrando las debilidades que la sociedad sufre. 

Y es que por mucho que queramos escondernos detrás del mundo virtual o mostrar una apariencia que no es la real, se vuelve a sufrir por la misma agonía y malestar que pueda suceder en el mundo real. Lo que fastidia aun más, ya que al creernos escondidos tras otro perfil, no existe más muro de contención, que el que la aplicación de turno aplique en sus normas. Y esto puede ser más hiriente aún que en el mundo real, ya que se sigue sintiendo esa misma amenaza, nervios o vergüenza, aún estando escondidos tras el telón de internet. Y es que resulta, que uno es lo que es, vayamos a donde vayamos, o nos pongamos la careta que más nos guste en cada momento. Porque lo que nos define y hace que nos sintamos plenos y capacitados, solo radica en una cosa: la fuerza, la confianza y coherencia de nuestro interior

Por tanto, lo que nos hace falta a la humanidad es tener unos valores sanos, saber luchar por ellos, y nunca rendirse en ese camino. Ese es el mejor proyecto de vida que se pueda tener, donde el esfuerzo y las ganas por "hacer bien", nunca dejen de ser el referente máximo. 

20.2.16

Pero esto no se hace solo, ni se ha de llevar a cabo por mandato. Esto es algo que ha de llevar a cabo cada individuo, trasladarlo al entorno inmediato y que termine siendo un comportar general. Y siendo esto así, la clase dirigente que tenemos y hemos tenido, no tendrían cabida en esa nueva sociedad. 
Esta cultura social solo admitiría dirigentes con los mismos principios y valores que su pueblo. 
Digamos que es lo mismo que ocurre y ha ocurrido desde siempre, solo que es el ciudadano el que debe cambiar, si desea que todo lo demás lo haga también. 

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