Día Universal de los Niños (20-N)
Día de los Niños
El 20 de Noviembre es el día que la ONU escogió para celebrar el Día Universal de los Niños, en conmemoración a la aprobación de la Declaración de los Derechos del Niño en 1959 y de la Convención sobre los Derechos del Niño en 1989.
Lo cierto es, que tal Derecho no tendría que tener que ser "reconocido", sino, sobre todo, aceptado como algo natural y legítimo con el que todo ser vivo es bendecido al venir al mundo, y del que no tendríamos que hacer otra cosa que honrarlo y celebrarlo como algo festivo y maravilloso que se nos regala.
"La Vida es de Todos y para Todos"
Sin embargo, (y por desgracia), ese Derecho es en muchas ocasiones arrebatado, discutido, y con el que se mercadea, teniendo que existir Organismos que regulen tal atropello, intentando proteger unos valores y promover un bienestar a los desfavorecidos.
Es una injusticia que se comete a diario y que afecta a cualquier colectivo, ya que sus ansias por dominar, dividir y separar, no tiene descanso ni descaro.
Hoy, debería ser un día de fraternidad y comprensión para todo los niños del planeta, pero también, para tomar conciencia de que ellos son el futuro.
De ahí que quiera brindarles este poema, de una persona normal y sencilla como cualquiera de ellos o como cualquiera de nosotros, con el deseo de que lleguen a atesorar durante sus vidas el nivel de plenitud que alcanzó ella, y del que, como queda patente, no quiso desprenderse nunca. Es más, se fue con él.
Entre Todos deberíamos hacer que esto pudiera ser así. Niños convirtiéndose en adultos de manera equilibrada y responsable. Adultos sabiendo administrar y preservar las enseñanzas de sus mayores. Y a éstos últimos, dejándose cuidar y guiar por ellos. Y todo ello, claro está, con el permiso de la propia Vida, que funciona a través de una Naturaleza siempre impredecible.
Entre Todos deberíamos hacer que esto pudiera ser así. Niños convirtiéndose en adultos de manera equilibrada y responsable. Adultos sabiendo administrar y preservar las enseñanzas de sus mayores. Y a éstos últimos, dejándose cuidar y guiar por ellos. Y todo ello, claro está, con el permiso de la propia Vida, que funciona a través de una Naturaleza siempre impredecible.
"¿Qué ves, enfermera, qué ves?".
Este poema fue escrito por una mujer que murió en un geriátrico de Escocia. El personal lo encontró entre sus pertenencias y se impresionó tanto que hicieron copias y lo difundieron dentro y fuera del recinto. Luego fue recogido por Ronald Dahlsten.
"¿Qué ves, enfermera, qué ves?"
¿Qué ves, enfermera, qué ves?
¿Qué es lo que piensas cuando me miras;
una vieja malhumorada, no muy lista,
de hábitos inciertos y ojos distantes?
¿Que vierte la comida y no responde
cuando le dices en voz alta:"¡Inténtalo!"?
¿Que parece no darse cuenta de lo que tú haces,
y siempre pierde una media o un zapato?
¿Que, resistiéndose o no, te deja hacer lo que quieres,
ocupar el largo día con comidas y baños?
¿Es eso lo que piensas, es eso lo que ves?
Abre los ojos, enfermera, mírame.
Te diré quién soy mientras me quedo aquí quieta.
Mientras me muevo cuando me lo mandas,
como según tu voluntad...
Soy una niña de diez años, con un padre y una madre,
hermanos y hermanas que se quieren;
una chica de dieciséis con alas en los pies,
soñando que pronto conocerá a su amor;
una novia de veinte, el corazón me da un vuelco
al recordar los votos que prometí cumplir;
a los veinticinco tengo mis propios hijos
que me necesitan para vivir en un hogar seguro y feliz;
una mujer de treinta, mis hijos crecen deprisa,
unidos por vínculos verdaderos;
a los cuarenta, mis hijos han crecido y se han ido,
pero mi hombre está conmigo para que no me aflija;
a los cincuenta, otros bebés juegan sobre mis rodillas,
los míos y yo volvemos a ver niños.
Llegan días de dolor; mi marido está muerto,
miro al futuro, me estremezco de miedo.
Todos mis hijos están criando a los suyos,
y pienso en los años y en el amor que he conocido.
Ahora soy una vieja y la naturaleza es cruel;
se complace en hacer que la vejez parezca locura.
El cuerpo se marchita, la gracia y el vigor se van;
hay una piedra allí donde había un corazón.
Pero dentro de este pellejo aún vive una joven,
y, de nuevo, mi corazón amargado se hincha.
Recuerdo los gozos, recuerdo el dolor,
y amo y vivo la vida una vez más.
pienso en los años, pocos y efímeros,
y acepto la cruda realidad de que nada es eterno.
Así pues, abre lo ojos, enfermera,
ábrelos y ve no una vieja malhumorada;
fíjate bien y mira quién soy.
...
Detrás de este emotivo poema o del silencio en el que la vejez intenta dormirnos a todos, hay siempre una Vida. Cada una con su historia, sus anhelos, sus alegrías y tristezas, con sus triunfos y decepciones. Y como dice esta señora, todos esos sentimientos encontrados y encerrados en el interior de un cuerpo cada vez más débil, -cito- "hace que la vejez parezca locura".
Cuando los que te rodean no saben de ti, (siempre hay excepciones), o no quieren, o se les olvida; todo tiende a hacerse mecánico (por costumbre y sin emoción), lo que deja a la vejez apartada (como poco) y sin esperanza de futuro.
Esto es un error, porque la Vida siempre nos va a llevar más allá. Siempre nos va a ofrecer un futuro por descubrir. Sólo hay que tener siempre en cuenta que cada persona guarda un tesoro en su interior que la vejez tiende a esconder y minimizar, pero sólo si lo permitimos.
La vejez conlleva unas dificultades que conviene aprender a sobrellevar, tanto por uno mismo como por el resto. Y lo único que lo hace posible es compartir lo que somos, porque eso nos "conecta" y consigue que nos tratemos como seres humanos.
La vejez no tiene porque ser un problema si la sociedad se hace cargo de lo que supone, tanto en las limitaciones que obviamente acarrea, pero también, sin olvidar en ningún momento, la riqueza de sentimientos que sin duda atesora.
Porque, ¿¡qué es la Vida, sino puro sentimiento!?..
Niños, Jóvenes, Adultos o Mayores, Todos Somos "Fuente" de ese Manantial que nos da la Vida.
¡A disfrutarlo, cuidarlo y mantenerlo!.
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