Administrar sentimientos (Benedetti)

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Mario Benedetti - La tregua
"A mí me cuesta ser cariñoso, inclusive en la vida amorosa. Siempre doy menos de lo que tengo. Mi estilo de querer es ése, un poco reticente, reservando, el máximo sólo para las grandes ocasiones. De modo que si siempre estuviera expresando el máximo ¿qué dejaría para esos momentos (siempre hay cuatro o cinco en cada vida, en cada individuo) en que uno debe apelar el corazón en pleno? También siento un leve resquemor frente a lo cursi, y a mí lo cursi me parece justamente eso: andar siempre con el corazón en la mano."
...
Los momentos mágicos y más especiales que puedan darse, no se producen por una entrega mayor o menor, ya que por mucho que nos esforcemos por el que resulten lo más maravilloso, siempre será de manera forzada. 

Para que resulten extraordinarios, deben existir ciertos elementos imprescindibles, como el sentimiento mutuo, una conexión natural y un pensamiento neutral. Todo lo que brote de semejante unión, nadie puede saberlo. De ahí que sea tan arbitraria su aparición, pero, que ocurren. Solo hay que dejar que fluyan cuando mejor lo precisen. 

Por otro lado, en la vida "siempre deberíamos entregarnos al máximo", lo que no significa entregar el máximo de todo lo que "somos", así porque sí, sino que hay que saber el qué, el cuándo y en qué forma, ya que la comprensión (el ser entendido), de no existir, sería como agua que se cuela por el sumidero sin ser aprovechada. 

Así mismo, tenemos que el trasiego diario deja mella en el ánimo y las fuerzas, lo que mengua nuestro énfasis. Lo que tampoco significa que la entrega sea menor, sólo que entregamos "el máximo de lo que tenemos en cada momento"; lo cuál tiene mayor mérito, ya que a pesar de no poder estar al 100%, el grado de entrega siempre es la máxima, dentro de las posibilidades que disponemos. 

Es como apreciar y agradecer la vida en todo momento, independientemente de lo bien o mal que nos vaya. Y es que los problemas y dificultades que se nos presentan, están ligados directamente con el comportamiento de la humanidad, y no por la naturaleza de la vida. 

Es decir, nunca hay que perder la noción de lo que realmente importa, porque es ahí donde radica el nivel de entusiasmo y de fuerza interior. 

Por tanto, se puede llevar "el corazón en la mano", libre y auténtico, siempre que no signifique dejar de lado la fuerza interior y la seguridad que ofrece la Verdad.

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