Los recuerdos que duelen.
Por mucho que lo deseemos, nada queda borrado. De alguna manera, es como la información almacenada en los discos duros de un ordenador; solo se tapa bajo capas de otros datos. Eso, sí, hay que saber dónde buscar para encontrarla.
Lo mismo ocurre con nuestros pensamientos, que nunca quedan borrados, solo son desplazados por otros, que no nos producen el mismo efecto. En principio, no existe nada que pueda con ellos. Y solo cuando existen pensamientos profundos y llenos de consistencia, es que consigue ese desplazamiento. Lo malo, es que un mínimo detalle que nos traslade a esos pensamientos desplazados, abren un canal directo al presente, donde se aparecen de nuevo. Intentamos taparlos, pero nos pueden.
Por tanto, sabiendo que jamás se borrar y que, encima, pueden brotar a la mínima excusa; la única postura a tomar, para no quedar tocado, es no dejar nada a medias. Es decir, no dejar de ser uno mismo. Que nuestro carácter no deje lugar a dudas de lo que pensamos y lo que queremos. Lo mismo que nuestra actitud. Porque, pase lo que pase, nunca tendremos que luchar por intentar ser lo que no somos, así como el no dar a entender otra cosa.
Que lo que se ve, sea lo que se es. Así nunca tendremos que desear borrar nada, ni sufrir por no conseguirlo. Porque todo siempre está claro.
Y no es que no se sufra, porque se sufre. Pero no por recordar lo que no pudo ser, o lo que fue.
Uff ni más ni menos es la pura vrd, me gustó muchos y me conmovió
ResponderEliminar