Pena de sociedad

(Counselling/Pixabay)
“HAY ENFERMERAS QUE VOMITAN O LLORAN ANTES DE ENTRAR A TRABAJAR”
- Eso le pasa a muchas personas y en muchos ámbitos. Y ha sido así durante toda la vida. Pero cada vez son más los casos.
Es como si los trabajadores de enfermería (hospitales/sanidad) fueran los únicos que deben trabajar al límite.
Para ser sinceros, si vamos a comparar la vida de los funcionarios con la del resto de ciudadanos, está claro que los que pierden por goleada son éstos últimos.
Con esto no estoy (ni mucho menos) despreciando el esfuerzo y el trabajo de unos u otros, (allá con la interpretación que haga cada cual), sino poniendo en relieve el sufrimiento que "todos los trabajadores" debemos soportar.
Tanto amasijo de hipocresía y no sé cómo no nos ahoga o quedamos sepultados bajo ese calamitoso escombro de aparente sensibilidad y preocupación.
Me recuerda a los aplausos que se les brindaba a los sanitarios por su labor de hace un año. Y lo cierto, es que esos aplausos no venían de gente agradecida y que valora, de verdad, la labor de los demás. Así, como tampoco, los sanitarios son unos santos. Todos sabemos cómo actuamos la gran mayoría, por parte de uno y de otro lado.
La realidad es que el Estado español no quiere el bienestar del pueblo, sino sacarle todo el jugo posible. Por eso falta personal y calidad de recursos; tanto en lo público, como en lo privado. Pero es en el ámbito privado donde se llevan la palma.
Se nos explota y se nos quita la salud. Y todo porque el Estado solo quiere dinero y más dinero para "sus cosas". Al pueblo se les da migajas y se excusan de que no hay dinero, cuando la realidad es que cada año recaudan más. Pero se va destinado a menesteres y proyectos que los poderosos ven a bien el invertir. Y esto pasa con todos los Estados del mundo. Pero aquí cuenta el nuestro, que para eso nos dejamos la piel y la salud. No importa que se enferme o se quede inútil para el resto de la vida, porque gente para cubrir puestos hay de sobra. No importan de dónde vengan, que todos valemos para ser explotados.
Así que si queremos un sistema justo, que haga por el bienestar de su pueblo, pues lo tenemos fácil: exigir a los dirigentes (al Estado) que eso sea así.
El problema, es que solo basta mirarnos para ver que eso es imposible. Y es que si el ciudadano es el primero en aprovecharse de los demás y no tener escrúpulos, ¿cómo vamos a pretender que los de 'arriba' quieran hacer lo correcto?.
Es imposible.
Y de todo ese hacer es que vienen todos los problemas que padecemos.
Nos podía, por lo menos, importarnos los hijos (que con tanto amor traemos a este mundo) y hacerlo por ellos. Pero ni con esas.
El mundo que les dejamos es cada vez peor en todos los sentidos.
Así que, a llorar al río.
Y, por cierto. Los empleados públicos son los primeros en dar su voto a aquél partido que les ofrece mejores condiciones. Ellos, sus familias y muchos de los amigos, claro. Lo que es bueno para ellos, ha de ser bueno para los suyos. Al final siempre es lo mismo: un votante que va cambiando de chaqueta según le sopla el viento. El que después todo se tuerza y se les exija más, es lo normal. La lección ya la tendríamos que tener más que aprendida. Y si eso pasa con lo público, multiplicar por dos, o por tres, el daño que se le impone al trabajador por cuenta ajena.
Por tanto, está claro que tenemos lo que nos merecemos. Pero, no así, los hijos que traemos a esta vida, y no tienen culpa de tanta suprema estupidez.
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