Debilidad interna

Discriminamos por debilidad
Hoy, ayer y mañana, se sigue rechazando lo que se considera "de fuera".
Somos demasiado débiles de espíritu y vacíos de contenido ético, que sacamos las uñas ante cualquier cosa que nos obliga a compartir lo que somos y a convivir con lo diferente, porque eso significaría aceptar cambios en la manera de pensar y actuar.
Significaría aceptar que el Bien puede llegar de cualquier parte, y que debemos tener una mente abierta y noble.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 38-40
En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús:«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros».
Jesús respondió:
«No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro».
/> Muchos se sorprenden por el hecho de que fuera Juan, precisamente, ("el amado"), y no cualquiera de los otros discípulos, quien fuera a Jesús con este chisme, por así decirlo.
Y es que cada discípulo tenía su personalidad y carácter propios. No es que se hicieran santos de repente.
Juan era el más joven de todos ellos, se unió a Jesús siendo un adolescente, siendo, quizás por ello, que Jesús le tenía especial cariño.
Junto a Pedro y Santiago, fueron los tres discípulos en los que Jesús depositaba mayor responsabilidad y confianza.
El carácter de Juan era atrevido, arrogante, listo, impertinente, desobediente, irrespetuoso, engañoso, intolerante, vengativo, ambicioso, inquieto, pícaro, y gracioso. Era intuitivo, y rápido con las palabras. Además tenía un carácter firme, decidido, enfocado. Por tanto, al ver que otro, que no era miembro de los "los doce" que acompañaban a Jesucristo, quizás sintió miedo, temor, celos, rencor o vanidad, por ver a otra persona que los suplantaba "sin estar con Jesús". ¿Qué haría de estar junto a Él?. ¿A qué cotas llegaría?. ¿Jesús lo consideraría más que a él?. ¿Quedaría relegado?.
Quién sabe... (¿?)
Quizás, lo que pensó fue que actuar así e ir rápido a contárselo a Jesús, éste lo miraría con mejores ojos aún, puesto que lo había defendido, impidiendo que nadie los suplantara. Pero nada más lejos: lo que importó a Jesús es que esa persona hacía el bien, y en su nombre. Es decir, que creía en Él.
Por tanto, nada hay que temer, reprochar o impedir; ya que con su fe está proclamando y glorificando a Dios.
Está demostrando que "al mal se le vence con el bien". Que la Verdad y el Amor hacen posible transformar al ser humano y hacerlo mejor persona; propiciando un modelo de vida espiritualmente saludable y armonioso.
Y por ello, aunque ninguno de los discípulos (y solo por el hecho de ser elegidos por Jesús) dejaron de ser pecadores de la noche a la mañana. Pero al dejarlo todo y seguir a Jesús, ya brotó en ellos una llama que los iría transformando y convirtiendo en mejores personas. Jesús con sus palabras y hechos, arrojaba en todos ellos virtudes y bondades que los llevaría a obedecerlo y a seguirlo sin reparo, llegando a convertirse en personas buenas y nobles que difundían el Amor de Cristo.
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