Suerte al nuevo Papa

Habemus papam
Rober Francis Prevost, ha sido elegido como el nuevo Pontífice.
Ha tomado el nombre de "León XIV", y es el primer papa y fraile agustino estadounidense, y el segundo, junto al papa Francisco, del continente americano.
Le define una ideología centrista, pastoral, reformista e inclusiva; lo que viene a enlazar con lo hecho por el papa Francisco.
Además, hay que recalcar que una cosa es ser Cardenal, y otra, Pontífice. Se pasa a una libertad más acotada y con una dirección ya marcada.
De ahí que no importe su nacionalidad, o si es conservador o progresista, ya que lo que debe primar es "que su actuación vaya por la senda que se le marque"; y que en este caso, ha de ser continuista del hacer del papa Francisco, pero debiendo ahondar más y ser más incisivo (dentro de lo que se pueda) en los problemas que la institución de la Iglesia sufre en su interior.
Esto pasa en política también, donde el nuevo gobernante debe acatar, respetar y llevar a término, todo lo firmado por el anterior gobierno, y que es por años. De ahí, que de lo que tanto prometen no llegue a cumplirse casi nada, y para cuando lo hacen es al final de la legislatura, para ganarse el voto en las nuevas elecciones.
Todo cardenal tiene su propio criterio, pensamiento y manera de actuar, lo cual se debe de tener muy en cuenta a la hora de elegir al nuevo papa, porque es muy difícil seguir esas pautas con alguien que piensa totalmente diferente. Y es que la dirección ya está marcada. El papa Francisco hizo hasta donde se le indicó, y que como él mismo dijo en la entrevista de Évole: "hay que ir iniciando procesos e ir limpiando y limpiando poco a poco, porque no se puede hacer de manera inmediata".
Es decir, que el nuevo papa debería continuar con esos procesos de limpieza que la maquinaria vaticana ya entendió que tenían que abordar.
Debe ser un papa que muestre determinación y carácter, pero sin olvidar la misericordia y la bondad, porque eso es el Amor de Dios.
Se trata de que los fieles y todos los que conforman la Iglesia, no dejen de creer y abandonar, sino de lo contrario.
Por tanto, que nadie piense que aquí cada uno puede hacer lo que desea simplemente por ostentar el cargo más alto, porque no es así.
Existe un mecanismo en todo Sistema, que es el responsable de todo lo que ocurre en el propio Sistema, y que va mas allá de quién pongan a dirigirlo de cara a la ciudadanía.
Lo que hace a la Iglesia diferente, es que su sistema se basa en la creencia de un Dios que hace el Bien y que quiere que todos sigamos ese ejemplo.
Por eso cuando el Mal es parte de este sistema, no se entiende.
No se entiende que alguien que elije seguir el camino de ese Dios, se comporte como cualquier otro mortal que hace al Mal, y lejos de arrepentirse, lo que se hace es taparlo.
La verdad, la ética, la moral... Todo queda en un lodo putrefacto.
El que esto ocurra en otros ámbitos, como la política, es entendible y hasta esperable; tanto que es algo normal para la sociedad, ya que los humanos queremos lo fácil, y si para eso hay que ser mala persona, pues se es y ya está. Total, lo que cuenta es la apariencia.
Pero en la Iglesia, a nadie se le obliga a seguir su doctrina. Si se sigue es por voluntad propia y porque siente que ese Dios y lo que representa, merece toda su dedicación y entrega a su causa. Y lo que vemos es que se hace el Mal, y dicen que es porque no dejan de ser humanos como cualquier otra persona.
Si no se persigue el Bien, váyase y sea como cualquier otra persona, porque a Dios se le puede aportar de muchas maneras, pero lo que no se puede es traicionarlo deliberadamente.
¡La Iglesia claro que hace cosas buenas!.
El problema, es que lo que representa, en sus entrañas, dista mucho de lo que representa el Dios al que venera.
La sociedad tiene al mal ejemplo como lo normal a seguir, y al buen ejemplo, como algo de lo que sacar provecho y no ser tonto.
Estamos en el siglo XXI, y seguimos eligiendo al mal como comportamiento de éxito y de felicidad, y así es imposible mejorar y que todo cambie para bien.
Nos contentamos con decir: "somos humanos y nos equivocamos". Como si la experiencia y el pasado no sirviera para nada. Es más, recogemos ese guante para perfeccionar nuestra maldad.
Nos esperan tiempos más difíciles cada vez, y solo la ciudadanía tiene la responsabilidad de ello.
Esperamos a estar al limite del abismo para desear hacer el bien y actuar correctamente.
Somos seres sin pizca de sabiduría.
Por tanto, la única oportunidad que tiene la persona que ostenta el mayor poder de hacer las cosas bien y poder luchar contra todo mal (interno o externo) radica en el lo que la sociedad cree y defiende.
Nuestra sociedad, a pesar de los años, no quiere el Bien. Y eso es lo que traslada a sus mandatarios, que, a su vez, hacen sin rechistar lo que el sistema al que representa quiere.
Quiero pensar que cuando los fieles creen, van a misa, comulgan, o siguen los pasos del Señor; lo hacen pensando más allá de quienes constituyen la oligarquía de la Iglesia o de quien oficie la misa.
En el mundo, la Iglesia católica supera los 1.400 millones de personas.
La Iglesia cuenta aquí los bautizados, no su nivel de práctica, coherencia, etc... la mayoría de ese crecimiento se da porque, simplemente, nacen niños (sobre todo en África, Asia y América Latina) y sus padres los bautizan.
Por lo general, la gente que vive en peores condiciones son las que más siguen a la religión. Mientras que los que mejor viven son los que menos, con muchísima diferencia.
Sin embargo, los que mejor viven, llenan las salas de especialistas en psicología o meditación. Está claro que el vivir bien y sobradamente no hace que nos sintamos felices o completos.
Suerte al papa León XIV, para que sepa lidiar equilibradamente con lo que el sistema quiere, y lo que significa seguir a Dios.
Este papa ha vuelto a lucir las mejores galas, no por Dios, sino porque ha de ofrecer la apariencia que el mundo "entiende" como la que corresponde, intentando así el poder dialogar también con los poderosos y ricos, que parezca que merezcan un trato exclusivo. Esta apariencia le permitirá que lo acojan y lo tomen más en serio, ya que da a entender que la vestimenta no hace al monje, y todos necesitamos llegar a entendernos.
¡Ojalá lo consiga!.
Imagen: MicheleDiniK (Px)
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