La Muerte, otra 'forma' de Vida


1.11.15

[...] Los rituales a los muertos, las tradiciones, ponen el broche de oro a un ciclo de vida y también cumple funciones psicológicas, sociológicas y simbólicas para la comunidad.

Por enumerar algunas, en Grecia las mujeres bañaban el cuerpo, le untaban aceite y lo envolvían en un sudario dejando el rostro a la vista. Lo rodean también de joyas y flores y, por tradición mitológica, le colocaban una moneda en la boca. Los romanos tenían costumbres similares, con la diferencia de que el difunto inspiraba respeto y temor. Además las mujeres mostraban su dolor con lamentos a gritos y los hombres reprimían sus sentimientos. 

En África, se entiende que la muerte es culpa de otro ser humano, y para evitar el afán de venganza, oran, cantan y bailan.

En China hay quien prefiere enterrar a sus seres cerca de alguna corriente de agua, y en los velatorios se queman papeles que simbolizan los bienes materiales que disfrutará en la próxima vida.

En el Tíbet, dejan los cadáveres en las montañas para los buitres, y lo llaman: "dar alma a las aves".

Para la etnia yanomaní de Venezuela, comen las cenizas del difunto en una sopa de plátano para reintegrarlo en la naturaleza.

​En Filipinas, es un espectáculo ver los ataúdes colgados de las montañas. Y no son pocas las culturas que exhuman los cuerpos al cabo de los años y envuelven los restos en un osario bordado como en Yucatán, México, o en Madagascar, donde también bailan a su alrededor.



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[...] Los símbolos son expresiones de la naturaleza humana. A la Vida le otorgamos unos y a la Muerte otros. La sola presencia puede evocarnos, tanto la satisfacción, belleza y amor por la vida, o bien, el hecho concreto del abandono, al morirnos. 

Estos son algunos de los más conocidos para simbolizar la muerte:

El esqueleto. Suele representar la mortalidad y la vanidad de las aspiraciones.

El reloj de arena, símbolo de la mortalidad y del paso del tiempo.

Cráneos. El cráneo, por sobrevivir a la desintegración de la carne, simboliza el carácter temporal del cuerpo.

El color negro. En la sociedad occidental, el negro es el color de la muerte, del luto. En el hinduismo, representa el tiempo; en China, el invierno, y para los egipcios, la resurrección.

La serpiente que se muerde la cola. Desde las culturas griega y egipcia, presenta la inmortalidad y el círculo de la existencia.

El pavo real. En el arte cristiano representa la inmortalidad. En la cultura budista, la cola de cien ojos del pavo real es símbolo de vigilancia compasiva.

El cuervo. Considerado como ave de mal agüero, ronda por los cementerios y presagia muerte y destrucción.

La bandera a media asta. Desde el siglo XVII, una bandera a media asta simboliza luto y duelo por una muerte. Hoy es ya un símbolo internacional.

El árbol de la vida. Situado en el paraíso, representa la armonía tras la muerte.

El ave Fénix. Mitad águila, mitad faisán, aparece en la mitología de Centroamérica, Oriente y Europa. Representa la muerte y la regeneración, la resurrección y el espíritu indestructible del ser humano.

El ciprés. Símbolo de inmortalidad y de habitual presencia en los cementerios.

La cruz. Símbolo humano de los más antiguos. Es un emblema de muchas culturas y religiones, entre ellas el cristianismo

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La mayoría preferimos no pensar en lo que sucede con nuestro cuerpo cuando morimos. Pero esa descomposición es el origen inesperado de una nueva vida: la Bacteriana. 
Comunidades microbianas "específicas", se alimentan de un cuerpo que ha dejado de ser inmune. 

Pero muchos pensamos que "somos algo más", y en este sentido podemos seguir la fe religiosa, que alaba la figura de un Dios Creador; o bien, ir por el camino de la ciencia, que nos indica que todo lo creado está formado por partículas

Sinceramente, a estas alturas, de ser ciertos ambos caminos no tendrían otro remedio que "encontrarse" en sus postulados, donde uno y otro se verifiquen entre si y se den sentido.

Esto significa que fe y ciencia, deberían darse la mano y ser uno.

Así, que si todo lo que existe, o al menos, todo lo creado, "SON/SOMOS partículas", y se sabe que son capaces de guardar información y compartirla, -lo que hace posible la evolución-, no sería descabellado pensar que, por un lado, al "morir" nuestras partículas -cargadas de energía e información- van a interactuar con las demás, haciendo que el proceso evolutivo prosiga. Lo que digamos, se vincularía a la ciencia. Mientras que por parte de la fe, tendríamos el hecho de que si toda partículas es capaz de guardar y transmitir la información guardada, -tal como si fuera un adn genético, pero a nivel de toda la Creación-, debería ser "lo natural" y obvio, que existiera "algo" que pudiera registrar, organizar y desplegar toda esa información generada por cada partícula de cada elemento o forma que compone todo lo que existe.


Ese "algo" podría ser "aquello" que ha creado todo. O, la "fuente" de donde parte todo el proceso de la Creación.

Por lo tanto, el verdadero concepto con el que todos deberíamos convivir a día de hoy, (y gracias a los adelantos en ciencia), es que SOMOS ALGO MÁS que una mente, unos sentimientos, unos huesos y un cuerpo lleno de comunidades bacterianas.

Que EL SIGNIFICADO DE NUESTRA ESENCIA Y DE NUESTRO SINO, no es que vaya más allá del cuerpo, sino que nos viene dada por una "materia viva" que no para de sufrir procesos evolutivos; ya no en cuento a mejoras, pero si de continuos cambios y adaptabilidad a las variables que se den.

Por tanto, da igual en qué se quiera creer, porque lo cierto, nos guste o no, LA VIDA SIGUE. Donde lo único que tendría que preocuparnos es si además de transmitirse "datos" recogidos por nuestras partículas durante nuestro periodo de "vida", también suponga el TOMAR CONSCIENCIA DE TODO LO HECHO Y SENTIDO. De tal manera, que el hecho de dejar nuestro cuerpo, no suponga una desconexión o un borrado de lo que supuso nuestra vida, sino que siga presente.

Si pensamos en las partículas que conforman cada elemento y forma de la Creación, como pequeñas "islas" que guardan una información y esencia concreta, moviéndose con y entre todas las demás que existen, sucedería que a la hora de interactuar, habrá unas con las que tendremos más afinidad que con otras, pero donde ninguna unión está garantizada.

Por hacer un símil: cuando dos capitanes quieren formar equipo y comienzan a elegir a sus jugadores, alternando el turno, siempre ocurrirá que cada cuál querrá para sí, a aquellos con los que tenga afinidad en los gustos, y en último caso, "a los menos malos".

Pues digamos que ocurre lo mismo, aunque en este caso existe una obligatoriedad, ya que siempre habrá "conjuntos" con mucho un mayor poder para hacerse con otros, aunque éstos rehuyan. 

Y es que éstos "equipos" pueden ser muy variados, aunque se podrían dividir en dos bloques: el del Bien y el del Mal.

Por ejemplo, si quisiéramos robar, extorsionar, matar, abusar, violentar.., ¿de quiénes nos rodearíamos?.

Y, por contra, si quisiéramos hallar paz, tranquilidad, sosiego, justicia, equilibrio, responsabilidad, .., ¿cuáles serían nuestros compañeros de viaje?.

Pues, imagino que por ahí va la cosa. Donde ese "libre albedrío" del que la Naturaleza goza, hace que la Creación se diversifique por doquier.

Lo malo es que esos "equipos o conjuntos", además de poseer una fuerza y un poder, tienen algo más importante para compartir, y que los define, y es la propia esencia, que podrá ser o no como la nuestra, pudiendo ser una bendición o un calvario. Digamos, que semejante a una cárcel, donde hay de todo, y donde existen grupos de todo tipo con ansias de acaparar poder y dominar al resto, sin importarles lo más mínimo tu condición o esencia.

No es que sea muy bonita la imagen, ¿verdad?, pero así es la vida.

Nuestro cuerpo, por ejemplo, procede a poner en marcha mecanismos de autodefensa ante cualquier amenaza. Pues, en la Creación tampoco debe ser muy distinto

De hecho, vemos como la Naturaleza en nuestro planeta va cambiando, volviéndose más dura, debido al mal uso que hacemos de él. Y a su vez, este debilitamiento que le hacemos padecer, repercute en su comportamiento respecto a su funcionamiento espacial. Y esto lleva a lo otro, y a lo otro.. Porque Todo forma parte de una misma cosa. 

Entonces, ¿con la "muerte" nos liberamos de todo y ya dejamos de existir, o, simplemente, "cambiamos de Forma", donde la Vida aprende a sobrevivir "con lo que hay"..."con lo que le dejamos"?. 

"Hay una tierra de los vivos y una tierra de los muertos, y el puente que las une es el amor, lo único que sobrevive, lo único que tiene sentido".
"El Puente de San Luis Rey". Película de Mary McGuckian 
 basada en una novela homónima de Thornton Wilder.


Se puede pensar y creer en aquello que se prefiera, pero lo único cierto, es que el sentimiento puro de Amor nos arrastra a ser mejores seres. Siendo lo prudente, al menos, preguntarnos el porqué de ello, puesto que por poder, podemos ser como nos venga en gana, pero nunca conseguiremos llenarnos de vida y encontrar un sentido tan profundo a nuestra existencia, como por medio del Amor. 

Uniendo ambos aspectos, ciencia y amor puro, quizás el resultado sea una evolución óptima de la Vida. Lo que no es poco, ya que repercute también en la calidad de nuestra propia existencia; con ésta forma u otra.

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