La amargura y la retama
Lectura del Libro primero de los Reyes 19, 4-8
En aquellos días, Elías anduvo por el desierto una jornada de camino, hasta que, sentándose bajo una retama, imploró la muerte diciendo:
«¡Ya es demasiado, Señor! ¡Toma mi vida, pues no soy mejor más que mis padres!».
Se recostó y quedó dormido bajo la retama, pero un ángel lo tocó y dijo:
«Levántate, come».
Miró alrededor y a su cabecera un pan había una torta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió, bebió y volvió a recostarse. El ángel del Señor volvió por segunda vez, lo tocó y de nuevo dijo:
«Levántate y come, pues el camino que te queda es muy largo».
Elías se levantó, comió y bebió, y, con la fuerza de aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.
</>Lo que le ocurre a Elías, nos pasa en alguna ocasión a cualquiera de nosotros. Es lo que se denomina hoy como sufrir una depresión. Estar deprimidos y no ver salida a los problemas que surgen. No dar más de sí. Uno se derrumba y se llena de angustia y "amargura". Ya no crece nada en nuestro interior para poder seguir adelante.
Es decir, se sentó y durmió bajo sus amarguras. Y es que cuando uno está tan deprimido, solo desea dormir y más dormir. Sin importar no despertar jamás. Deseando no despertar y no tener que luchar o seguir sufriendo.
Pero es aquí donde encontramos la espiritualidad en nuestro interior. Ese pensamiento que nos da alimento, motivos y fuerzas para seguir.
Este vínculo nace de nuestro corazón. De nuestros sentimientos hacia esa Vida que lo comprende todo.
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