Condición de persona
Ser "persona", aunque parezca raro, es una cualidad difícil de encontrar.
(Alexandr Ivanov /Px)
Y es que no basta con pertenecer a la especie humana o ser parte del resto de la gente para disfrutar de tal condición.
Se necesitan cualidades específicas para ello. Cualidades que hay que trabajar, cuidar, proteger y transmitir a las nuevas generaciones, para que la condición humana no desaparezca.
Que los hechos dicen más que las palabras, es algo que tenemos asumido. El comportamiento de una persona (o el de cualquier otro animal) nos muestra las cualidades internas que definen una personalidad concreta. Lo cual, proviene más allá del pensamiento. En concreto, de su sentir. Y como nadie siente de la misma manera, es lo que hace que cada individuo sea de único. No encontraremos dos iguales.
El pensamiento es algo maleable que vamos moldeando a lo largo de la vida. De él, pueden partir patrones de comportamiento nuevos, como respuesta a un determinado aprendizaje.
Pero, por encima de todo esto, existe una condición innata que ejerce absoluto poder sobre la capacidad de raciocinio y comportamiento.
No en vano, su aprendizaje se remonta, por un lado, a la información inscrita en el ADN de sus progenitores, y después, al sentir que absorbe de las emociones internas que su madre experimenta mientras crece en su vientre.
Hay que decir, que estas dos formas de aprendizaje contienen una veracidad total, como la que jamás volverá a experimentar, ya que es una información que no se puede contaminar.
El ADN es el que es, al igual que lo que la madre siente de manera interna, como repuesta emocional, no pueda tergiversarse. De cara al exterior, el comportamiento puede ser el que sea, pero su sentir interno no se puede manipular.
Por tanto, la alegría, tristeza, rechazo, odio, inseguridad, confianza, debilidad, fortaleza, miedo, valor, pasión, deseo, depresión, angustia, enfado, paz... Todo, absolutamente todo, será registrado en la base de datos del cerebro, tal como registra de manera automática las funciones que ha de desarrollar para el funcionamiento del cuerpo.
Toda esta información quedará instalada en el software del cerebro, convirtiéndose en los filtros por los que deberán pasar todos y cada uno de los pensamientos que se den para el resto de su vida.
Es por esto que resulta tan difícil cambiar de manera de pensar y poder ver la vida desde otra perspectiva, ya que para ello, hemos de adentrarnos hasta lo más profundo de nuestro sentir, y reprogramar el software.
La psicología hace una regresión al pasado, intentando encontrar esos datos y sacarlos a la luz para hacerlos comprender y reestructurar. Así que si realmente queremos cambiar, hay que hacerse a la idea de la dificultad que entraña.
Por esto es fácil comprender, el porqué cuando tocamos fondo, o la vida nos ha puesto contra las cuerdas, nos volvemos extremadamente voluntariosos al cambio.
Se dice que el sufrimiento es un maestro que viene para enseñarnos. Nunca se cambia cuando no existe necesidad de ello. Es por esto que el hombre tiene que estar con la soga al cuello, para desear mejorar.
Lo podemos aplicar al cambio climático, sin ir más lejos. Seguimos sin hacer nada para ayudar al planeta a regenerarse. Solo cuanto la Naturaleza se vuelva intratable y no tengamos posibilidad de supervivencia, será cuando nos invada una incontenible prisa por arreglar el desaguisado e instaurar el equilibrio. Y este ejemplo es aplicable a todo comportamiento del hombre en todo ámbito.
No estaría mal cambiar a tiempo, ¡hacerlo ya!, y poder disfrutar plenamente de la Vida y de lo que significamos para ella. Pero, lo dicho: el hombre solo quiere cambiar cuando todo está perdido.
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