Desarrollo y Conciencia

El ejemplo como referencia primera

La base del desarrollo que realmente necesita el ser humano, es tan primario, como su necesidad de respirar, beber agua o alimentarse. Y está en su capacidad para dar sentido a lo que representa como ser vivo. Sin esto, el equilibrio con la Vida y el mundo en el que vivimos, no será posible. 
A esta capacidad la llamamos Conciencia. Y es de ella que parten los fundamentos para un pensamiento sano y la naturaleza de nuestros actos. 
Para que la realidad del hombre mejore, además de "ver", es imprescindible tener conciencia sobre lo que hace.

 

DIFERENTES REALIDADES Y VISIÓN DEL MUNDO

Un mundo ambicioso de poder y dominio, se levanta a los pies de la 'Montaña del Mañana', haciendo que la mente quede ensimismada y se fije un único proyecto: Llegar a lo más alto. Pero, todo tiene un precio. 
El dinero da poder para crear pobres

Pobreza por imposición del dinero

En este caso tenemos, por un lado, las prisas, provocando que la mente no pueda desarrollar un pensamiento uniforme y consistente, lo que crea vacíos y lagunas de información. Una terrible pérdida, ya que limita el punto de vista de todo momento y suceso. 

Por otro, se produce un desequilibrio en el desarrollo cerebral, ya que al no ejercitar de manera proporcional al resto de pensamientos, no permitimos que se creen las herramientas necesarias para gestionar nuestros impulsos y emociones.

Acostumbramos a nuestro cerebro a centrarse en aquellos fines que nos llevan a la cima del poder y el dominio, (competitividad, orgullo, ego, vanidad..), sin que nuestra conciencia sufra discordancia alguna con el sistema de valores que nos hemos forjado. ​De ahí, que el mundo (y a pesar de los años y la experiencia) continúe sin deshacerse de tanta desigualdad, separatismo, violencia, injusticia, abuso de poder... ya que no se han trabajado las cualidades que permiten salvaguardar a la especie humana del pensamiento rancio e insolidario, que nos incapacita como personas para la sociedad, y como seres vivos para la Vida. ​

Los países ricos representan el poder y supremacía, mientras que los países pobres, representan la verdadera realidad de la conciencia humana. 
 

LA REALIDAD SOLO ES UNA

​En estos momentos estamos ante el Covid-19, con miles de personas fallecidas, y el lema que se ha puesto de moda, "Todo va a salir bien", está claro que nada tiene que ver con la realidad. Nada ha salido bien durante todos estos años, -a pesar de acumular más información que jamás antes en la historia del hombre-, y para nada vamos a comenzar ahora por arte de magia o milagro. Y es que el problema radica en la total falta de ejemplo cívico y humanista. No existe, y de quedar algo, está atrapado bajo toneladas de escombro, como la falta de escrúpulos, el cinismo, la vanidad e hipocresía. 
Es decir, de existir alguna persona que reúna tal condición, debe aprender a vivir sola y ser fuerte para soportar tanto sinsentido. 
Todos sabemos de la belleza de la Vida, pero solo nos hacemos eco de ello cuando estamos ahogados entre tanta inconsciencia, o a las puertas de la muerte. 
Sociedad conectada globalmente, pero más perdida y vacía de valores. 

La realidad solo es una


Remover conciencias


Marcar diferencia
Para variar, podríamos dejar de engañarnos y llegar a la conclusión, de que si los que mueven los hilos del mundo no aplican un pensamiento bondadoso y responsable, como forma de crecimiento y desarrollo, podemos concluir, de manera clara y contundente, que ya es tarde para cambiar la manera de evolución enfermiza de esta sociedad.
Sin embargo, existe una segunda cuestión de mayor relevancia aún, y es el tener plena consciencia de que, más tarde o temprano, va a ser uno mismo quien va a tener que soportar la lucha interior (que seguro se desate) por encontrar sentido a lo que se ha hecho y se ha dejado de hacer. 
Reconocerse a uno mismo, entre lo que se es y lo que se debiera ser, es lo más difícil que podamos realizar en la vida. Y más, cuando se es responsable del futuro de otros. 
La conciencia no puede estar basada en la opinión anticipada de lo que digan los demás, sino que debe estar fundamentada en los principios en los que uno sustenta su crecimiento como persona.

 

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